martes, 8 de mayo de 2018

Personajes: Natsume Soseki











Hoy quiero haceros una breve introducción a uno de los escritores japoneses más conocidos. Puede que muchos penséis al leer esto en Murakami pero no. Hoy hablaremos un poco de Natsume Soseki

Es posible que a muchos el nombre no les suene, y es casi normal. No es precisamente un escritor moderno, aunque si os digo que su cara aparece en los billetes del 1000 yen entonces ya os sonará un poco. Bastará decir que es considerado en Japón como unos máximos exponentes de su literatura, y que sus libros son de lectura obligatoria

Natsume Soseki nació el 9 de febrero de 1867 como Natsume Kinnosuke (夏目 金之助) en la ciudad de Babashita que a día de soy estaría en el barrio de Shinjuku. Nació en una época de transformaciones sociales. El shogunato Tokugawa acababa de terminar y su nacimiento se produjo a poco de iniciarse la restauración Meiji. Un periodo que marca el paso entre el Japón feudal y tradicional a un Japón moderno que se abre a la cultura occidental. Nació en una familia de samurai, en una época en la que las castas fueron abolidas. Su familia no era rica, de hecho fue un hijo no esperado. Su madre tenía 40 años y su padre 53. Cuando nació su familia ya tenía cinco hijos y su llegada impuso problemas económicos que llevaron a que lo dieran en adopción a un matrimonio sin hijos. Permaneció con estos hasta los nueve años hasta que estos se divorciaron y volvió a su familia original donde fue bien recibido por su madre, pero no por su padre. Su madre murió cuando el tenía catorce años, así como dos de sus hermanos años más tarde. La infancia de Natsume no fue fácil, como el resto de su vida.

Natsume empezó sus estudios en lo que hoy es la escuela superior de Hibiya, donde entró en contacto con la literatura china de la que se enamoró. Sus padres desaconsejaron fuertemente su intención de convertirse en escritor. Por ello se matriculó más tarde en la universidad imperial de Tokyo (una de las más prestigiosas del país a día de hoy) pensando en cursar la carrera de arquitectura. Al mismo tiempo empezó a estudiar inglés que era necesario tanto en esta como en otras carreras.

Pero su amor por la literatura no le abandonó. Conoció a Masaoka Shiki, que a día de hoy es considerado como uno de los cuatro grandes maestros del haiku (una forma de poesía japonesa). Este lo introdujo en esta forma de arte y el empezó a publicar trabajos suyos firmados como “Soseki” que en chino quiere decir “terco”. Sus poemas siguen siendo muy leídos a día de hoy, e incluso hay una recopilación traducida al castellano (el sueño de la libélula). Finalmente haciendo honor a su seudónimo abandonó la idea de convertirse en arquitecto e ingresó en el departamento de literatura inglesa donde aprendió rápidamente el idioma. Poco después tradujo al inglés la obra del periodo Kamakura Hōjōki . Se graduó en 1893 y aparentemente se dedicó durante un tiempo a trabajos a tiempo parcial como graduado.

Tener en cuenta que estos trabajos eran pocos y mal pagados, y hay que comer. Al final Tuvo que aceptar un puesto de maestro en la ciudad de Matsuyama que se encuentra en la isla de Shikoku. Esto en el 1897 aproximadamente era lo más parecido al “el final del mundo”. Pensar que hablamos del siglo XIX, con transportes escasos y de una ciudad que en esos tiempos era poco menos que un pueblo, en una isla alejada. Para hacernos una idea se encuentra a más de 700 kilómetros de Tokyo. En esa época solo el viaje ya sería largo. Para una persona como Soseki interesada en la poesía y las artes, pasar de Tokyo a Matsuyama es como ser desterrado a los confines de la tierra. Con el pésame de sus amigos no le quedó más remedio que aceptar el trabajo.

Tras un año en esa ciudad, se trasladó a Kumamoto en la isla de Kyushu para ser profesor de inglés en la quinta escuela superior de esa ciudad.

Su experiencia se plasmó años más tarde de forma irónica en su magistral obra “Botchan” donde un señorito de ciudad se ve obligado a aceptar un trabajo como ese. Con todo Soseki no parece que perdiera el tiempo solo en enseñar a esos muchachos, porque también tuvo un matrimonio concertado con Kyoko Nakane. Una chica nacida en Hiroshima con la que permaneció toda su vida a pesar de que según parece nunca terminó de ser feliz con ella. Tuvieron cuatro hijas y permaneció en Kumamoto durante cuatro años.

Tras estos años llegó lo que parecía su gran oportunidad. El gobierno japonés le propuso una beca para estudiar y mejorar su inglés en Londres. A cambio de tres años en Londres se comprometió a su vuelta a ocupar la cátedra de filología inglesa de la universidad imperial reemplazando a Lafcadio Hearn (que también había trabajado en Kumamoto).

Esto aparentemente es lo que se llama “un chollo”. Pasar de una existencia relativamente anodina lejos del centro cultural que tanto amaba para ir a pasar unos años nada menos que a Londres, y ocupar a su vuelta una cátedra en la universidad más prestigiosa del país. Ni que decir que aceptó.

Pero las cosas no fueron tan bien como parece. Soseki lo pasó muy mal en Londres. La beca era muy insuficiente y pasó bastantes apuros económicos. Además el choque cultural fue bastante importante. La mentalidad japonesa chocó con la europea dejando a menudo a Soseki en la soledad. Sus conocidos y amigos en Londres no podían comprender cosas como “ir a contemplar caer la nieve”. La mentalidad japonesa y la occidental sufrieron varios choques como ese. Algunos pensaban que Soseki era “un tío muy raro”. Se cuenta que visitando la finca de un conocido adinerado, el alabó el musgo sobre las piedras de algunos muros, y este pensando que era una crítica velada en lugar de un elogio hizo que sus trabajadores limpiaran todas las piedras. Poco dinero, soledad e incomprensión. Soseki se refugió en las bibliotecas y leyó con avidez todo lo que pudo (y su obra se beneficiaría mucho de esto). Su beca era tan escasa  que no pudo ni permitirse estudiar en la universidad de Cambrigde como era su intención, y tuvo que hacerlo en un centro de estudios como el University College. A pesar de esa época que el mismo calificó como los más desagradables de su vida consiguió establecer algunas amistades que compartían su amor por la literatura.

Finalmente volvió a Japón a ocupar la cátedra en la universidad de Tokyo. Esto al menos le dio estabilidad económica, pero tampoco se puede decir que le gustara dar clases. Es entonces cuando empieza su producción literaria en forma de poemas haiku. Pero lo que le daría la fama no serían sus aportaciones a la poesía (numerosas y de calidad) sino sus novelas.

En 1905 publicó su primera novela Wagahai wa Neko de Aru conocida como “Soy un gato”. Una obra satírica que empezó como un relato corto para la revista “Hototogisu”. Una revista centrada principalmente en la poesía (que sigue editándose y es de las más famosas si no la que más en ese campo). Este primer relato fue continuado por diez entregas más a instancias de uno de los editores y se convirtió en su primera novela.

El protagonista de esta novela es un gato, que en tono de autosuficiencia y lenguaje propios de un noble describe la vida cotidiana de la familia con la que vive. Es un retrato irónico y sarcástico de la vida cotidiana en el periodo Meiji. Esta novela ha sido traducida a múltiples idiomas e incluso ha sido adaptada en un par de películas e incluso en animación.

Aquí se inicia una prolífica aunque lamentablemente corta carrera que concluiría en 1916, apenas once años después con su trágica muerte a raíz de una úlcera péptica. Durante esos años el éxito de sus novelas le permitió abandonar su puesto en la universidad y trabajar exclusivamente como escritor en el periódico Asahi Shimbun.

Poco después publicó lo que se puede considerar su primera novela (Soy un gato es más una colección de relatos que una historia con hilo conductor). En esta novela aprovechó su experiencia personal para narrar la historia de un “señorito” venido a menos que se ve obligado a aceptar un puesto de maestro en un pueblo y sus desventuras. En esta y otras de sus novelas abundan personajes cómicos pretenciosos, envidiosos, egoístas. Sarcasmo y humor agridulce salpican su obra mostrando las miserias de las relaciones humanas.

No podemos decir estrictamente que Soseki sea un autor cómico. Cierto es que su obra tiene una importante carga humorística, pero esta está teñida de las tragedias humanas de sus personajes. Retrata magistralmente la hipocresía de una sociedad donde las pretensiones y el aparentar posición son más importantes que el ser honrado. Muestra como tus “amigos” pueden fácilmente engañarte. Abundan en su obra los triángulos amorosos. Aun así su crítica no le exime de mostrar cariño y ternura cuando es necesario. La poesía aparece también en su obra a menudo mostrándonos otra de sus facetas como escritor.

A día de hoy es considerado como uno de los escritores más importantes en idioma japonés. El estudio de su obra es obligatorio en la escuela secundaria. Por otro lado su conocimiento de la literatura occidental hace que su obra sea fácilmente accesible para los lectores de otras culturas. Catorce novelas, cuentos cortos, ensayo, poesía. Casi parece imposible que el trabajo de toda una vida se produjera en poco más de una década. No tuvo una vida larga ni durante una parte importante de ella tampoco se puede decir que viviera feliz, pero sin duda dejó una huella en la literatura que permanecerá para siempre.

Como es usual en los autores japoneses, no toda su producción está disponible en nuestro idioma, pero sus trabajos más representativos si que son relativamente fáciles de conseguir en diferentes ediciones. Una búsqueda rápida por ejemplo en Amazon (por poner uno) me saca varias de sus obras como “Kokoro”, “Soy un Gato”, “La puerta”, “Botchan”, “Sanshiro” e incluso varios libros recopilando sus poesías como “Sueño de la libélula” o “Tintes del Cielo”.

También hay versiones en castellano de algún manga basado en su obra como “Kokoro” que se considera generalmente su obra cumbre.

Autores como Murakami lo ponen como su autor favorito. El gobierno japonés reconoce su obra poniendo su efigie en los billetes de 1000 yen en 1984 (y aún circula) y para los viajeros interesados existe un parque con su nombre y un café museo dedicado a su memoria cerca de la estación de Waseda. Su obra ha sido editada en diferentes idiomas y adaptada al cine, cómic, series de TV e incluso hay un manga con la historia de su vida (Botchan no Jidai)


miércoles, 2 de mayo de 2018

Historia: El período Muromachi II










Haciendo un poco de memoria, nos quedamos en la entrada anterior con un gobierno japonés dividido en dos cortes. Ambas diciendo que son las legítimas y con señores daimio apoyando a una u otra de acuerdo con sus intereses.

Podría hacer un extenso “copia y pega” de la Wikipedia poniendo montones de nombres de emperadores, señores feudales y de las fintas y disputas entre las cortes, pero supongo que en realidad eso os importa bastante poco porque queréis una visión general, los interesados en el detalle pueden buscar fácilmente la información necesaria. Intentaré resumir lo mejor posible lo ocurrido de forma sencilla.

Este corto periodo de la historia de Japón se conoce como período Nanbokuchō (南北朝時代) y transcurrió entre 1336 y 1392. Tener en cuenta que este periodo está dentro del periodo Muromachi.

¿Por qué ocurre esto? Ashikaga llega a Kyoto y reclama el poder. El emperador Go-Daigo tiene que tragar y para suavizar las cosas entrega los tres tesoros sagrados a este clan. Luego estos deciden que les interesa tener un emperador que sea más “amigo” de los Ashikaga, de manera que entronizan a Kōmyō Tennō (con 14 años). Esto obviamente no le hace gracia a Go-Daigo que viendo como están las cosas decide huir al sur y tras pasar por varios lugares termina asentándose en Yoshino. Entonces dice que los tesoros entregados al clan Ashikaga eran falsos, y por lo tanto ese nuevo emperador no es real.  Obviamente Ashikaga afirma lo contrario.


Ambas cortes tendrán sus aliados por conveniencia y tendrán varios encontronazos militares. El sur contará con el apoyo del clan Kusunoki pero será siempre una corte débil y con pocos recursos. Podemos preguntarnos porque entonces el clan Ashikaga no se limitó a barrer militarmente a esta molestia, más cuando en 1338 este clan asume la jefatura al acceder al shogunato (shogunato Ashikaga). La respuesta es que este shogunato también era relativamente débil, fracturado por conflictos internos y con otros clanes que hoy le apoyaban pero mañana podían traicionarlo para llegar al poder.

 Tendremos así varias décadas de conflicto con victorias y derrotas para ambas cortes. Los actores no son lo bastante fuertes como para derrotar completamente a sus adversarios, y los aliados de estos lo son por puro interés. Los conflictos internos y luchas de poder dentro de los mismos clanes tampoco ayudan. La cuestión para no meternos en detalles es que finalmente, el 19 de noviembre de 1392 tras varios intentos fracasados anteriores las cortes se unifican nuevamente en una sola. Se llegó a un acuerdo que incluyó la alternancia en el trono de emperadores afines a diferentes casas. Un acuerdo que aunque no terminó de gustar a nadie al menos solucionaba el problema de tener dos cortes imperiales.

El shogunato Ashikaga, al contrario que el Kamakura revocó la concentración de poder en un solo punto. Se concedió más autonomía a los señores feudales y compartió el poder con el emperador hasta cierto punto. Simplemente el clan Ashikaga no podía hacer frente a todos los diferentes poderes que peleaban en el país y que no se limitaban a los señores daimio, sino también a monasterios y diferentes sectas religiosas tanto budistas como sintoístas.

La situación política era un polvorín, de manera que no debe de sorprendernos que terminase estallando en lo que se conoce como la  Guerra Ōnin (応仁の乱 Ōnin no Ran) que entre los años 1467 y 1477.

El conflicto como siempre se inició por una cuestión de poder sobre quien debería de suceder al shogun. Dos actores son importantes en este momento: Hosokawa Katsumoto y Yamana Sōzen. Nuevamente batallas, lio, guerra, mas señores feudales viendo oportunidades para expandir sus territorios y uniéndose a uno u otro bando según sus propios intereses. Durante este periodo Kyoto resultará destruida hasta el punto en el que actualmente se habla del Kyoto de “antes de la guerra” haciendo referencia a este conflicto (Kyoto no fue bombardeado en la WWII).

Tras este conflicto los Ashikaga se pueden considerar extintos. Los shogunes de este clan fueron poco menos que títeres del clan Hosokawa, que también fue traicionado por un clan vasallo. Sería largo detallar todo el proceso que está lleno de traiciones, asesinatos e intrigas. La situación creo que la tenéis más o menos clara.

Pero van a ocurrir sucesos que van a cambiar bastante el curso de la historia. Los japoneses en este momento están divididos y parece el momento de que entren en escena nuevos actores para unificar de nuevo el país. En un periodo que veremos dentro de poco: El Sengoku.

Mientras todos se pelean contra todos, ocurren otras cosas. Las primeras armas de fuego llegan a Japón en el 1543 de la mano de comerciantes portugueses, y también reciben en el 1549 al misionero católico Francisco Javier y otros acontecimientos tendrán lugar. Antes de meternos en el periodo Sengoku vamos a echar un vistazo a otros aspectos de la historia de este periodo antes de meternos de nuevo en batallas.

Durante este periodo, mientras los señores feudales andaban a la gresca peleándose entre ellos a la mínima el resto de la gente seguía a lo suyo. La arquitectura de este periodo fue más autóctona, llamarla “japonesa” sería una redundancia. Durante este periodo se construyeron muchos templos y edificaciones famosas. Entre las más destacadas figuran dos de los templos más hermosos de Kyoto: El pabellón dorado o Kinkaku-ji (金閣寺) cuyo nombre original era “Templo del jardín de los ciervos”  que fue construido en el 1397 como villa de descanso para Ashikaga Yoshimitsu y el pabellón de plata o Ginkaku-ji (銀閣寺) cuyo nombre original era “Templo de la misericordia resplandeciente” construido en el 1482 como lugar de retiro para el shogun Ashikaga Yoshimasa. Ambos tras la muerte de sus usuarios originales se convirtieron en templos. Ambos son una templos de una extraordinaria belleza que destacan no solo por si mismos, sino también por la belleza del entorno en el que se encuentran. Ambas construcciones son patrimonio de la humanidad y son solo un pequeño ejemplo de la arquitectura que todavía puede admirarse a día de hoy de este periodo.

En este periodo encontramos también la irrupción de nuevas técnicas pictóricas influidas por el budismo zen usando como material solo la tinta china y que tiene el nombre de sumi-e. Este estilo llegó a Japón a través de monjes zen provenientes de China donde este estilo se hizo popular durante las dinastías Tang y Song y permanecerá en Japón desde entonces. Una particularidad de esta técnica pictórica que sigue trabajándose actualmente es que exige del ejecutante un gran control sobre el pincel, ya que al usar como elementos de trabajo solo tinta y papel no permite corregir errores. Este tipo de arte no era solo ejercido por artistas profesionales, sino también por monjes e incluso guerreros. El mismo Musashi Miyamoto pintó varios trabajos usando esta técnica (si no sabéis quien era no pasa nada, su nombre aparecerá algo más tarde en la historia)

También en este periodo se desarrolló otro arte que consideramos típicamente japonés: la jardinería. Muchos de los elementos que se pueden admirar actualmente proceden de esta época, incluyendo varios “jardines secos” de arena o grava rastrillada. También se hizo usual que muchos jardines incluyeran casas para el té.

Japón lleva mucho tiempo en guerra, dentro de poco esta situación cambiará radicalmente. Está por llegar uno de los periodos más convulsos de su historia: El periodo Sengoku que literalmente quiere decir “Periodo de los estados en guerra”. Si lo ocurrido hasta ahora os parecía turbulento, lo que vendrá ya ni os cuento.


lunes, 9 de abril de 2018

Música: Enka












Hoy vamos a intentar conocer un poco un género musical muy particular de Japón. Un género que puede que algunos conozcan y otros no: El enka

Por definirlo de una manera simple, el enka viene a ser el equivalente japonés de nuestros “cantantes folkloricos”. En España tendríamos nombres conocidos como Manolo Escobar, Rocio Jurado… en Sudamérica tendríamos nombres como Rocio Durcal o… bueno, no conozco tanto ese tema como para poner ejemplos. Sois bienvenidos los que queráis poner ejemplos.

Hablamos de lo que se puede considerar como “cantantes melódicos”. Normalmente acompañados de una pequeña orquesta y con temas centrados en el romance, la tragedia y todo eso. Reflejos hasta cierto punto de la tradición norteamericana de los cantantes con “Big Band” como fue Frank Sinatra y otros. Herederos de jazz porque nada surge de la nada.

Claro, una cosa es que se inspiren en la música de otros países, pero todos integran características autóctonas. La música melódica española incorpora elementos propios, y la japonesa también lo hace. Tampoco confundamos al enka con otros géneros folklóricos y con músicas que nacieron imitando directamente a la occidental. El enka es una mezcla entre oriente y occidente pero con un fondo fundamentalmente japonés. Una música que canta al amor, la nostalgia (lo que se conoce como el furusato o la nostalgia de tu ciudad natal), la pérdida. Quizás podríamos compararla con el tango argentino ya que como este también tiene unas melodías características.


Según parece, el enka nace a finales del siglo XIX y principios del 20 con raíces en música occidental, coreana y la poesía waka. Originalmente aparece como una forma de protesta o de difusión de ideas. La revolución Meiji abrió el país a los tiempos modernos, pero no tanto como para permitir la difusión pública de mensajes políticos contrarios a los oficiales.

De hecho el enka original se cantaba sin música como acompañamiento, era una música para interpretar en la calle, y posteriormente se le añadieron instrumentos fácilmente portátiles como el violín o la guitarra. En el siglo XX, concretamente en la década de los 40 el jazz se hizo popular en los años de la postguerrra y el género enka tomo muchos elementos del jazz. En estos años apareció la que se considera una de las figuras más representativas del género: Hibari Misora. En los años 60 y 70 influencias adicionales como la de cantantes como Elvis Presley añadieron elementos a esta música que alcanzó su mayor popularidad para ir decayendo en los años 80.

Aunque el enka es una música considerada a día de hoy “de personas mayores” no faltan las fusiones con ritmos más modernos y algunos de sus elementos aún se pueden encontrar en algunos temas.

En términos más técnicos, el enka es una música que combina instrumentos occidentales con japoneses. Estos pueden incluir el shamisen, el koto e incluso percusión con taiko. Usa una escala pentatónica (cinco notas por octava) conocida como “yonanuki onkai”que viene en dos modalidades: yonanuki mayor y  yonanuki menor. La primera más cálida y calmada es usada mayoritariamente por cantantes masculinos. La segunda es más emocional y es usada tradicionalmente por cantantes femeninas. El origen de estas escalas podremos encontrarlo en las escalas Rittsu y Ryo (escala de cinco notas sin semitonos) usado frecuentemente en cánticos budistas.

También tradicionalmente, los cantantes masculinos de enka suelen aparecer vestidos con traje occidental, mientras que las mujeres aparecen vestidas en kimono.

Otro aspecto característico de esta música es que sus cantantes suelen adoptar a menudo voces con vibrato y falsetes.

Ojo, esta es una mas de las muchas músicas que podemos encontrar, aunque el enka actualmente es una música poco extendida (como ocurre con sus equivalentes occidentales) fuera de determinados círculos, sobre todo por cuestiones de edad. Con todo sigue estando presente en concursos de televisión, o como música de fondo en locales de sabor tradicional e incluso como canciones disponibles en los famosos karaoke.

Lo mejor en todo caso es que escuchéis algunos ejemplos y os hagáis una idea.





¿Queréis mas? Youtube tiene literalmente cientos de vídeos de este estilo.




miércoles, 4 de abril de 2018

Literatura: Taiko












Aprovechando que estamos ahora en el apartado de historia por el periodo Muromachi, y dentro del periodo Sengoku aparecen los personajes más importantes de esa época, os hablaré del libro ideal para adentrarnos en la misma.

El libro al que hoy daremos un repaso se llama “Taiko”, y hace referencia no al instrumento musical de percusión tan conocido en Japón, y que se usaba también en las campañas militares. Hace referencia a un título que se concedía a los regentes retirados. Un emperador podía tener un “asistente” durante su infancia e incluso como adulto. En el primer caso se le denominaba sekkan (摂関) y en el segundo caso kanpaku (). El título de Taiko () se le solía dar un regente kanpaku retirado, pero en este caso se refiere a Hideyoshi. Esto es así porque al ser de origen plebeyo no pudo ser nombrado shogun.

Pero no adelantemos acontecimientos. Este libro (libros más bien) narran la infancia de Toyotomi Hideyoshi, de cómo entra al servicio del señor feudal Oda Nobunaga y de su ascenso paulatino desde ser un niño de familia humilde hasta llegar al puesto más poderoso del país. También nos narra lo que ocurre tras su muerte y el ascenso de Tokugawa Ieasu.


Estos libros no pretenden ser unos tratados estrictos de historia, de hecho es una versión novelada de los acontecimientos que aunque fiel a los personajes, fechas y acontecimientos se toma sin duda muchas libertades literarias para rellenar la falta de información personal en muchos casos.

El autor de estos libros es uno de los literatos más queridos y famosos de Japón: Eiji Yoshikawa.

Eiji Yoshikawa es el nombre de pluma de Hidetsugu Yoshikawa. Nació un 11 de agosto de 1892 en la provincia de Kanagawa, en lo que hoy es parte de la ciudad de Yokohama (al sur de Tokyo). Por problemas económicos en su familia se vio obligado a dejar la escuela a la temprana edad de 11 años. Entre otros trabajos, tuvo uno en el puerto de Yokohama donde tuvo un accidente que casi le cuesta la vida, de manera que se trasladó a Tokyo a trabajar como aprendiz en un taller de lacado. A pesar de abandonar la escuela a tan corta edad el siguió estudiando por su cuenta, interesándose sobre todo en la poesía y llegando a publicar cómics que eran acompañados de poemas haiku.

Con unos 22 años ganó un concurso de relatos con su “Un cuento de Enoshima”.  Poco después empezó a trabajar en el periódico Maiyu Shimbun en 1921 y en poco tiempo empezó a serializar su novela “Vida de Shinran” y a partir de ahí se convirtió en un escritor prolífico. Más de 20 obras, algunas de ellas de varios volúmenes a lo largo de los años (hasta más de 80 volúmenes en total). Hay que aclarar que muy pocas de  sus obras están traducidas al castellano, y pocas más al inglés. Su producción y popularidad eran tan grandes que se vio obligado a publicar bajo diferentes seudónimos. Se casó dos veces, fue además de un prolífico escritor un corresponsal de guerra. Fue tras esta época en la que escribió algunas de sus obras más famosas como la que nos ocupa y otras como “Mushashi” o “Romance de los tres reinos”

Murió el 7 de septiembre de 1962 por complicaciones son un cáncer a la edad de 70 años en Tokyo.

Yoshikawa ha recibido en Japón numerosas menciones y reconocimientos, siendo la mayor posiblemente la Orden de la Cultura (文化勲章 Bunka-kunshō) en 1960 y que premia a los escritores de especial relevancia japoneses.

Una parte importante de su obra no es original, sino una reelaboración de otras existentes (aunque tiene su producción propia, como el libro que nos ocupa). Esto es que cogió en más de una ocasión libros clásicos de difícil lectura, generalmente solo leídos por eruditos e historiadores y los convirtió en obras de fácil lectura para el público. Esto puede parecerles a algunos pueril, pero traer al gran público una obra como “El Heike monogatari” (un clásico del siglo XIII) y traerlo al gran público no tiene poco mérito. En España sin ir más lejos hay muchas versiones de “Don Quijote” que cambian mucho respecto al original, escrito en un español oscuro y complicado para muchos.

Taiko fue serializado en el periódico Asahi Shimbun, que sigue siendo a día de hoy el segundo diario más leído de Japón. Posteriormente se editó en once volúmenes en japonés, y en español se puede encontrar al menos en dos ediciones. Una en cinco tomos de la editorial Martínez Roca (que me temo estará más que probablemente descatalogada) y una más reciente de la editorial Quatemi en dos tomos.

Volviendo a la obra en si misma, esta incluye una gran cantidad de información en forma de nombres, fechas, clanes, batallas, estrategias y mil detalles que están históricamente contrastados. Por otro lado pensemos que es una novela histórica y obviamente no hay registros documentados ni de la infancia de Hideyoshi ni por supuesto de las conversaciones, chanzas y rumores que corrían entre los diferentes personajes en la época. Yoshikawa coge los datos históricos y los envuelve en una buena dosis de ficción en forma de relaciones entre personas. Lo cierto es que al margen de ser una ayuda interesante a la hora de entender esa época es también una novela interesante. Sin duda se inventó muchas cosas que simplemente no están documentadas, pero se las inventa teniendo en cuenta el carácter conocido de cada personaje. Por poner un ejemplo, nadie documentó como pidió la mano de su esposa Hideyoshi, pero Yoshikawa hilvana una ficción interesante y divertida que muy bien pudo ocurrir en realidad.

En lo que estaría relacionado con la calidad literaria, esta está fuera de toda duda. Es cierto que a menudo esto con gustos personales, pero Yoshikawa tuvo (y tiene aún) un enorme éxito de ventas, y no solo por los temas que toque en sus libros, sino porque es un escritor con una capacidad narrativa tremenda. Sus historias por decirlo de algún modo “enganchan”. Más si tenemos en cuenta que el formato original de muchas de ellas fue el de novela por entregas, y los autores de este género están obligados a mantener el interés del lector en fracciones pequeñas periódicas durante años. Hace falta un talento especial para ello y desde luego Yoshikawa lo tenía de sobra.



martes, 3 de abril de 2018

Historia: El período Muromachi I












Tras un periplo de siglos por la historia de Japón, llegamos a uno de sus Períodos más apasionantes. Un Período lleno de figuras históricas, batallas y acontecimientos que marcaron el país durante siglos. Ese Japón feudal de los señores provinciales, los ejércitos de samurai, ninjas, batallas, alianzas y traiciones. Todo eso que muchos han visto en el cine y que identificamos casi siempre con el Japón tradicional (o casi todo) aparece en este Período.

Nombres como Oda Nobunaga, Hideyoshi, Ieasu Tokugawa, Musashi Miyamoto, Hattori Hazo y muchos más aparecen en esta época. Muchos de los monumentos históricos, castillos, palacios y templos son también de este Período. Una época turbulenta y compleja llena de cambios que terminará con la instauración del shogunato Tokugawa que dará cierta paz y estabilidad al país. Aunque el camino hasta ese Período está teñido de sangre y fuego.

Tan grande es la importancia en este Período de los tres primeros nombres, que hay un famoso poema corto que resume el carácter de estos y que traducido aproximadamente dice:

(Nobunaga)       Si el culillo no canta, mátalo
(Hideyoshi)       Si el cuclillo no canta, haz que quiera cantar
(Tokugawa)       Si el cuclillo no canta, espera


Estos Períodos van a requerir de múltiples entradas. El legado de estos tiempos es abundante, y no será raro que haya que dedicar entradas exclusivamente a algunos de sus protagonistas. También como es costumbre no voy a entrar en el detalle exhaustivo de todo lo que ocurra en esta época, sino más bien a dar una idea general. Los interesados en historia “en serio” pueden buscar fácilmente fuentes más completas. Una introducción general suele ser más que suficiente para el viajero. De hecho a veces se fragmenta el período Muromachi en 2 o incluso tres Períodos cortos, pero en aras de la simplicidad vamos a tratar aquí como un bloque desde el final del Período Kamakura hasta que dé comienzo el Período Edo en un Período de tiempo que abarca desde mediados del siglo XIV (1333) hasta el XVI (1603, fin del Período Azuchimomoyama)


Pero entremos en materia. Como ya vimos anteriormente, el poder real de trasladó a Kamakura en el Período del mismo nombre. Pero el shogunato Kamakura se debilitó con sucesivos shogunes cuyo poder real se fue diluyendo con el tiempo. No es de extrañar que la corte imperial pensara que era el momento de recuperar el poder perdido. El emperador Go-Daigo que ya había intentado antes una rebelión lo hizo de nuevo en el 1333. El clan Hojo (los shogunes de Kamakura) decidió poner en su lugar al emperador, enviando al jefe de la casa Shugo (que perteneció al clan de los Minamoto en el Período Heian). Técnicamente Ashikaga Takauji era un aliado del shogunato, pero en este Período histórico la lealtad era una cuestión de conveniencia. Los señores feudales hacían y deshacían alianzas por motivos de pura conveniencia política. Ashikaga por lo visto pensó que su shogun era un hombre débil o quizás que su lealtad estaba con el emperador por lo que decidió en lugar de terminar con la rebelión del emperador, unirse a la misma. Para complicar los problemas del clan Hojo, simultáneamente el clan Nitta con Nittta Yoshisada a la cabeza decidió atacar al clan Hojo derrotándolo y certificando el final del shogunato Kamakura.



Esto de entrada parece que es la victoria del emperador, pero el problema es que los clanes Nitta y Shugo eran enemigos. Nuevamente tengamos en cuenta que los daimio se movían exclusivamente por motivos personales, y que su primer interés siempre era su propio clan. Ahora la cuestión es si el nuevo shogun iba a ser del clan Nitta o Shugo, y ambos se enfrentaron en batalla venciendo Ashikaga. Desafortunadamente el emperador obró de manera bastante torpe anteriormente, favoreciendo más al clan Nitta y ganándose la antipatía de Ashikaga.



En este momento empieza un corto Período de la historia en la que Japón no va a tener una corte imperial, sino dos. El emperador Go-Daigo decide huir con la corte a la ciudad de Yoshino (cerca de Nara) en el 1336. Ashikaga decide entonces a un familiar del emperador como nuevo emperador en Kyoto. Empieza entonces el Período conocido como “de las dos cortes”. En realidad ambos “emperadores” no dejaban de ser títeres en manos de los poderosos clanes que buscaban la legitimidad de sus aspiraciones a gobernar el país. Finalmente en el 1338 Ahikaga obtiene el título de shogun y comienza el shogunato Ashikaga hasta el año 1573. 15 shogunes consecutivos que conformarán lo que se considera en si mismo el Período Muromachi. El Período toma el nombre del área del mismo nombre en Kyoto donde se estableció el tercer shogun Yoshimitsu.

El shogunato Ashikaga fue bastante débil. El emperador no pasaba de ser una figura decorativa, pero el título de shogun también estaba bastante vacío de significado real, y dependía dela lealtad de diferentes señores feudales que como ya hemos visto, actuaban de forma exclusiva por el interés de su clan. Cada provincia era regida por su daimio de forma que este era literalmente el amo y señor de todos sus habitantes. Sus samurái rendían obediencia absoluta a su señor, por encima de lo que cualquier shogun o emperador pudieran decir. Era un todos contra todos, no es de extrañar que en un ambiente como este estallara una guerra civil de grandes proporciones que se conocerá como período Sengoku  (parte del Período Muromachi, no nos perdamos aquí) que se extendió entre el 1467 y el 1615.



Las cosas estaban “calentitas”. Los monjes guerreros se daban de tortas entre ellos, los sucesivos shogunes Ashikaga no tenían a nadie contento. De hecho en estos tiempos florecieron los problemas para estos. Flotas de piratas wokou (piratas japoneses aunque en realidad eran también chinos y koreanos) arrasaban las costas de China y Corea hasta el punto que ambos países dejaron aislado a Japón prohibiendo el comercio con ellos. Las peleas entre diferentes facciones dentro del clan Ahikaga por el título de shogun llevaron finalmente a un levantamiento generalizado donde esto fue un “sálvese quien pueda”. Cada señor feudal se convirtió en un aspirante al título. Las grandes casas peleaban entre ellas y las menores iban y venían con alianzas según las conveniencias del momento. El emperador llegó a tener tal irrelevancia que en el 1500 el emperador Go-Tsuchimikado estuvo seis semanas sin enterrar porque no tenían dinero para el sepelio.

Demos un paso atrás antes de seguir y veamos por un momento las condiciones del pueblo en este periodo antes de ver como se solucionó este embrollo.

Ahora mismo, los diferentes territorios eran controlados cada uno por un daimio. Este tenía uno o varios castillos y un ejército de samurái a sus órdenes. Los campesinos y comerciantes están bajo el poder absoluto de su señor. Cada señor tiene una serie de alianzas con otros, a veces por lazos de sangre. Las hijas eran una moneda de cambio usual entre los señores para firmar esas alianzas, y los hijos frecuentemente quedaban como rehenes de otros clanes para lo mismo (no obstante eran tratados escrupulosamente). En general nadie se fía de nadie. Tu aliado del alma que está casado con tu hija puede mañana apuñalarte por la espalda si eso le conviene a su casa. El shogun es una figura lejana a la que nadie hace caso si no le conviene y el emperador… bueno, es el emperador pero pinta todavía menos. Con todo la vida sigue. Se planta el arroz y se cosecha, el comercio funciona todavía y el orden dentro de cada territorio está garantizado por el señor feudal. Los campesinos y comerciantes, la “plebe” solo sabe lo que su señor quiere que sepan. Los mismos monjes se han convertido en muchos casos en señores de su feudo y tienen sus propios ejércitos.

Y lo que es más importante: el poder y prestigio de cada clan depende de lo grandes y productivas que sean sus tierras. Tus vecinos tienen tierras y si se las quitas tu poder y prestigio será mayor. Tus vecinos pueden darte su apoyo, pero si mañana otro les da una mejor opción pueden ir contra ti.

En medio de este escenario de guerras interminables surgirán los tres nombres de los unificadores que podrán fin a este embrollo: Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieasu. Pero eso es tema para otra entrada.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Literatura: El libro de la almohada










Al haber realizado una entrada al libro “Genji Monogatari” parece preciso dedicar otro al libro más conocido de una autora que se considera generalmente “su competencia”: Sei Shonagon y su famoso “Libro de la Almohada”
Muy poco conocemos de ella. Sabemos que nació en el año 966 y murió aparentemente en el 1025 o 1192. La fecha exacta de su muerte es objeto de debate, y luego veremos porque.

Su nombre se supone que era Kiyohara Akiko o según otros Kiyohara no Nagiko. Y digo que se supone porque no hay constancia clara de su nombre. Shonagon (少納言) es en realidad un título que se podría traducir como “consejero de tercer rango” dentro de la corte imperial. Básicamente un funcionario de cierto nivel, pero sin llegar a una gran importancia. Estos funcionarios permanecieron durante los periodos Nara y Heian, perdiendo su posición en el Kamakura por la desaparición del poder efectivo por parte del entorno imperial. Era tradición en la corte nombrar a una dama haciendo relación a la posición de su padre o marido. Curiosamente ni su padre ni sus dos maridos conocidos tenían ese rango. Sei proviene del primer kanji del apellido de familia de su padre pronunciado en lectura japonesa.


Su padre fue Kiyohara no Motosuke. Un noble y poeta waka que aparece como uno de los “treinta y seis poetas inmortales” recopilada por Fujiwara no Kintō. Una recopilación de los poetas más famosos de los periodos Asuka, Nara y Heian. También se sabe que fue gobernador de las provincias de Kawachi (al este de Osaka) e Higo (una antigua provincia que se ubicaba en la prefectura de Kumamoto en la isla de Kyūshū.

Se casó con Tachibana no Norimitsu a los 16 años (algo normal en esa época) y tuvo un hijo llamado Norinaga. A los 27 entró a trabajar como dama de compañía en la corte de la emperatriz Fujiwara no Teishi. Una de las esposas del emperador Ichijō. Otra de sus esposas, la emperatriz Fujiwara no Shōshi fue quien tuvo como dama de compañía a Murasaki Shikubu.

Tras terminar su servicio a la emperatriz se divorció y se casó nuevamente con Fujiwara no Muneyo que era gobernador de la provincia de Settsu (hoy en día esa zona engloba buena parte de la ciudad de Osaka y Kobe)  y tuvo una hija.

No se sabe mucho de lo que le ocurrió tras finalizar ese servicio a la emperatriz, no se sabe si se casó más de dos veces y se cree que terminó su vida entrando en el clero haciéndose monja budista.

La competencia que se le atribuya con Murasaki Shikibu solo se asume a partir de algunas entradas del diario de esta, donde hace comentarios un tanto mordaces sobre ella, aunque alabando su habilidad literaria.

Antes de seguir deberíamos de hacer un breve inciso para aclarar algunos puntos. El periodo Heian es un periodo de florecimiento literario, sobre todo por parte de mujeres de la corte imperial. El principal motivo es que esas mujeres tampoco es que tuvieran mucho que hacer, y además ellas usaban el hiragana para escribir, mientras que los hombres debían de hacerlo usando los caracteres kanji que son mucho más complicados de dominar. Las acompañantes de las consortes imperiales competían a menudo en producciones literarias porque los méritos de las autoras eran compartidos por la emperatriz. Pensemos que un emperador con varias esposas implica que todas ellas de un modo u otro compiten para darse mayor importancia.

El libro de Shonagon está muy lejos del volumen y complejidad del de su supuesta competidora, de hecho es lo que se denomina un Zuihitsu (随筆). Esto son escritos de podríamos llamar ensayos sueltos, pensamientos e ideas breves. No hay un hilo conductor entre ellos. Son literalmente un “diario de almohada” que seguramente escribía al final del día anotando sus ideas y reflexiones, y guardaba en la almohada. Estas no son como las que conocemos, sino que eran unos pequeños cajones de madera, a menudo huecos.

El contenido de este libro es de este tipo, e incluye cosas tan peregrinas como cosas que le agradan o desagradan, chismes de la corte y pequeñas reflexiones.

Algo que llama la vista al leerlas es la complejidad de las normas de elegancia de la corte, su exclusividad y rechazo a “la plebe” por así decirlo. Una admiración y fervor incondicional para con su emperatriz. Aunque nos pueda parecer en ocasiones un dechado de esnobismo y clasismo, debemos de leer esas páginas teniendo en cuenta el ambiente en el que vivió la autora. La corte imperial era una diminuta fracción de la población del país, y vivía en un lujo y riqueza inimaginable para el resto del país. Además la vida en la corte incluía la posibilidad para las damas de aventuras con otros hombres, aunque estuvieran casadas. Se cree que Shonagon también participó en estas costumbres y así aparece reflejado de forma discreta en algunas de sus entradas.

El libro circuló durante siglos en forma de copias manuscritas, siendo impreso por primera vez en Japón en el siglo XVII. Lamentablemente se conocen varias versiones y el orden del mismo se ha perdido, siendo el actual una estimación. Como ya he comentado no es una historia con un hilo conductor, sino una recopilación de diferentes temas.

Si es famosa no es por sus recopilaciones, sino por un estilo de prosa extremadamente elegante, limpio y claro que se sigue usando mil años después como ejemplo en algunas escuelas japonesas. Obviamente es difícil reflejar eso en las traducciones.


No es el único caso de “diario de almohada” en la literatura japonesa. Del mismo periodo tenemos al poeta Kamo no Chōmei o al monje Yoshida Kenkō. Shonagon también escribía en la corte poesía waka y uno de sus poemas aparece en la famosa recopilación Ogura Hyakunin Isshu (小倉百人一首).

En Español se suele editar la versión traducida por María Kodama. Una conocida escritora, traductora y profesora de literatura argentina casada con Jorge Luis Borges. Aunque ella nació en Paraguai, aprendió japonés de su padre Yosaburo Kodama.

Autores como Borges u Octavio Paz han alabado esta obra

Ahora bien ¿Pero está bien o qué?

Pues empezaremos diciendo que no es muy larga, y que necesita de una cantidad importante de aclaraciones en el texto. Las costumbres, nombres, títulos y otros elementos de una corte de un país tan lejano, y de un periodo tan antiguo son inevitablemente diferentes y pueden confundir en ocasiones. El libro como ya se ha comentado es más una colección de pequeños ensayos, listas, críticas y reflexiones de una dama del periodo Heian. Tiene un interés indudable para entender un poco mejor la sociedad de ese periodo, aunque quizás decepcione un poco a quienes esperen una historia o hilo conductor.

Para los curiosos, un fragmento:

En la primavera, el amanecer. Su belleza es incomparable cuando a medida que la luz invade las montañas y las enrojece tenuemente sus perfiles, delgadas bandas de nubes violáceas se extienden sobre ellas

   En el verano, las noches. ¡Qué bellas son cuando brilla la luna, cuando en la oscuridad se entrecruzan enjambres de luciérnagas, o cuando son una o dos las que vuelan solitarias con sus luces fugaces; incluso cuando llueve!

   En el otoño, el atardecer. Es hermoso cuando el sol se acerca al contorno de las montañas, y cuando los cuervos regresan a sus nidos, de a dos, de a tres, de a cuatro, pero más encantador aún es ver a los gansos salvajes que vuelan alineados en el cielo distante, y nada comparable al momento en que cae el sol y empieza a oírse el soplo del viento o el canto de los insectos.

   En el invierno, las mañanas temprano. Indescriptíblemente bellas cuando la noche anterior ha nevado, pero también espléndidas cuando todo está cubierto de blanca escarcha. También cuando el frío no llega a ese extremo, pero la mañana es helada, y no deja de ser delicioso ver a los sirvientes ir de prisa encendiendo el fuego y llevando carbón de un lugar a otro.

   Cerca del mediodía, cuando el frío ha disminuido, nadie se preocupa por mantener el fuego de los braseros, y no es muy agradable constatar que lo único que va quedando son blancas cenizas.


martes, 27 de marzo de 2018

Historia: Periodo Kamakura II











Ya os comenté que a medida que nos alejamos de los tiempos remotos y vemos acontecimientos más “modernos” la cantidad de información y documentación aumenta, y que ya no es posible en una entrada más o menos breve condensar todo lo ocurrido en un periodo. Por otro lado tampoco pretendo hacer un resumen concienzudo y detallado de todo lo ocurriendo en un periodo por dos motivos. Uno es que se alargaría innecesariamente, y el otro es que no es el propósito de este blog que no es otro que introducir ayudas al viajero a ese país. En este caso aportándole conocimientos básicos de historia (entre otros campos) para comprender y apreciar mejor lo que se encuentre en sus visitas.

El periodo Kamakura como ya os comenté marca una inflexión en la historia de Japón. Dejamos el periodo de esplendor cultural Heian que seguía unos patrones marcadamente chinos y empiezan a aparecer varios de los elementos e iconos de lo que consideramos a día de hoy el Japón tradicional típico.

Por ejemplo el concepto de samurái “” aplicada a los guerreros aparece un poco antes del periodo Kamakura. Anteriormente se usaba para los criados, y aunque ya existían guerreros con muchas de las características que solemos identificar con los samurái, estos dependían en su mayoría del gobierno imperial.


Con la aparición del shogunato, los guerreros samurái, sus señores feudales y el shogun se convirtieron durante cerca de 700 años en los gobernantes reales del país. Los samurái se convirtieron en una clase social a la que se accedía normalmente por nacimiento y en la que era muy difícil entrar. Ese grupo se convirtió legalmente en una clase social por si misma en el siglo XVII.  La lealtad hacia su señor era absoluta y al contrario de los “cuentos de caballería” que a veces nos obsequia Hollywood, los samurái eran unos guerreros extremadamente eficientes que raramente perdonaban a nadie. Era frecuente que tras la batalla se diera caza a los guerreros que perdían la batalla y se les decapitase sin contemplaciones. Además en contra de lo que aparece frecuentemente, sus armas a menudo consistían en arco y lanza, usando las espadas solo al llegar al cuerpo a cuerpo.

En este periodo fue cuando Minamoto no Yorimasa del clan Minamoto realizó el que se considera generalmente el primer “seppuku” por parte de un samurái, que cometió tras escribir un poema antes de ser capturado. Si fue o no el primero es objeto de discusión, pero sin duda influyó en considerar esta forma de suicidio ritual como algo propio de la casta samurái. Tema que merece una entrada propia en todo caso. En cualquier caso habría que comentar que como ya sabréis algunos, las palabras en japonés escritas con varios caracteres kanji suelen tener dos lecturas: la china y la japonesa. A menudo se han usado erróneamente en occidente pronunciaciones de estas palabras. Un ejemplo típico es el nombre del famoso volcán “Fujiyama” que es completamente erróneo. “Yama” es montaña, y la pronunciación correcta sería en todo caso “Fujisan”. Aquí ocurre algo parecido, para un japonés la palabra correcta para este ritual es “seppuku”, quedando el conocido “harakiri” como una palabra vulgar.

También durante el periodo Kamakura hubo conflictos con el exterior. Nada menos que con Kublai-Kan, el nieto del legendario Genghis Kan que estableció el gran imperio mongol.
Durante el siglo XII, los mongoles llegaron a convertir a invadir Goryeo (un reino que ocupaba la actual península de Corea)

En el 1266 Kublai Khan envió una amable carta a Japón en la que envuelta en mucha floritura se podía leer simplemente que tenían dos opciones: convertirse en un estado vasallo y pagar tributo al Khan o enfrentarse militarmente a ellos. Esta carta no obtuvo una respuesta, y sucesivos intentos de persuadir al shogunato o al emperador no tuvieron tampoco éxito. Finalmente se decidieron por una acción militar.

Sería largo detallar todo lo ocurrido, pero tengamos en cuenta que los mongoles tenían mucha más experiencia militar en organizar grandes ejércitos y contaban con una superioridad tecnológica en forma de mejores armas con mayor alcance. Además sus métodos de batalla carecían de la ceremonia japonesa. Incluso en tiempos tan antiguos los mongoles ya usaban bombas con pólvora. Por decirlo claramente, los japoneses lo tenían mal para rechazar una invasión masiva que estaba mejor preparada para la guerra y que además tenían mejores armas.

Pero las cosas no siempre salen como uno quiere. No solo los guerreros samurái ofrecieron una resistencia mucho mayor a la esperada, además en dos intentos de invasión las flotas mongolas fueron decimadas por un tifón. Este es el origen de la palabra “Kamikaze” () que literalmente quiere decir “viento divino”. Los monjes aparentemente atribuyeron a los dioses estos tifones y a partir de ahí se acuño esta palabra que se popularizó en la segunda guerra mundial cuando se usó para hacer referencia a los pilotos suicidas.

También en el periodo Kamakura se establece de forma más común un fenómeno más antiguo. Además de los “honorables guerreros samurái” se extienden escuelas de un arte diferente, otra forma de hacer la guerra que identificamos mucho con las tradiciones japonesas. El soldado oculto, el espía y asesino de las sombras: El shinobi o como se le conoce generalmente en occidente como “ninja”. Se fundaron durante este periodo unas 25 escuelas diferentes, concentradas sobre todo en las provincias de Iga y Kōga. Estos guerreros tendrán a partir de este momento y en los siglos posteriores un papel mucho más relevante que hasta entonces. Sus artes estarán al servicio de diferentes clanes y aunque considerados por los samurái como poco honorables, no dudarán en los siglos posteriores en hacer uso de sus servicios. Los shinobi serán usados extensamente durante siglos por sus habilidades en la guerra y su declive, como el de los samurái no llegarán hasta siglos más tarde en el shogunato Tokugawa.

Como en los casos anteriores, en el periodo Kamakura floreció algo ya existente y menos conocido en occidente: Los monjes guerreros conocidos como sōhei ( 僧兵 ). Este fenómeno no debe de extrañarnos demasiado, ya que en estos tiempos turbulentos muchos monasterios podían ver visto por los señores feudales como una fuente de ingresos. Varias sectas budistas se convirtieron de un modo u otro en sectas de monjes guerreros, estando entre ellas la ya mencionada anteriormente del monte Hiei.  Varios clanes como los Minamoto o los Taira buscaron su ayuda durante las guerras Gempei. Estos monjes llegaron posteriormente a formar parte del entramado de poder del Japón feudal.

El cambio de una estructura de poder a otra tuvo otras consecuencias. Pasamos de un periodo de centralismo imperial con el poder centrado en la corte y uno donde el shogun controla una serie de señores feudales. Esto tuvo profundas repercusiones también en el mundo de las artes. Tengamos en cuenta que el arte de cada época se crea por lo general para contentar a unos clientes, patronos, mecenas… ya entendéis la idea. Esos ahora son los que detentan el auténtico poder (lo cual incluye el económico). El arte deja de ser tan estilizado y pasa a ser más “marcial” por así decirlo. El arte debe de contentar ahora a unos señores que son tradicionalmente militares. La pintura y escultura se vuelve más realista y menos estilizada. Buena parte de esta se verá reflejada en las imágenes y pinturas de templos budistas, ya que la religión y el poder siempre han estado en Japón cerca uno del otro. También la arquitectura experimenta una pequeña revolución. Durante las revueltas que precedieron a este periodo como las guerras Gempei se destruyeron muchos edificios y en su reconstrucción se aplicaron nuevas técnicas. También se primó el aspecto militar y la defensa sobre las consideraciones de carácter puramente estético. También se hicieron populares en este periodo las “casas de té” que son pequeñas edificaciones aisladas dentro de una propiedad dedicadas exclusivamente a la ceremonia de servir el té. En este periodo el té dejo de ser algo exclusivo de la casa imperial y los templos y se convirtió en un artículo de lujo muy estimado por los señores feudales y la clase samurái en general.

Un ejemplo particularmente interesante de este periodo que puede interesar al viajero sería el templo Sanjūsangen-dō en Kyoto. Construido en 1164 se incendió en el 1249 y fue reconstruido en el 1266. Debe su nombre a las 36 columnas que tiene este templo  y contiene una imagen de (ojo al nombrecito) “Sahasrabhuja-arya-avalokiteśvara” más conocida como “El Kannon de los 1000 brazos”. Esta estatua es de este periodo y se considera un tesoro nacional de Japón. Acompañando a esta estatua hay nada menos que mil más en un tamaño menor esculpidas en madera de cedro japonés (muchas fueron destruidas en el incendio y se repusieron en el siglo XIII).

También podremos ver influencias de este periodo en diferentes jardines, en el periodo Kamakura estos jardines eran frecuentes en los templos, y los monjes sus jardineros. Sobre todo esto ocurrió con la creciente popularidad de la secta Zen del budismo. Entre algunos de estos ejemplos podemos incluir los karesansui (枯山水). Estos jardines también llamados “jardines secos” están compuestos de piedras, grava, musgo y arena. Puede sonar, y perdonarme el chiste “árido” pero son de una particular belleza. El más conocido no es de este periodo sino de uno posterior, y podemos encontrarlo en el templo Ryōan-ji de Kyoto.

No me extiendo más, pero si que quiero avisar al viajero que no hay que confundir el periodo Kamakura con la zona del mismo nombre.  Lo mismo buscas “templos kamakura” pensando en el periodo, y te salen los templos de esa zona (y hay un montón)

A partir de ahora, los diferentes periodos van a sucederse en un entorno feudal, y veremos diferentes cambios. Llegamos a una parte apasionante de su historia en la que aparecen personajes muy conocidos, al menos en Japón.